en esa , una de nuestras primeras noches
mi mano entre las tuyas
dejó de inquietarse al sentir tu suave y
distendido calor
Aquellas calles se sucedían unas a otras
casi sin darnos cuenta
tu vida, la mía, se contaban confidencias,
si hasta la cercana urbe parecía callar
como respetando aquella intimidad
Casi llegando a destino,
una oscura calle pareció encenderse,
podía así verte con total nitidez,
suave verde de ojos,
blanca piel, estallabas inocencia y pudor
por doquier,
Y fue allí donde dejando mi casi tonto
respeto por lo ajeno
robé aquellos besos, que quizás nunca
debí haberlos puesto,
En aquellas oscura y fría calle de agosto...
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